Tras unos inicios en el puntillismo (Estudio de un desnudo, 1880) y una estancia en Pont-Aven con los nabis (El Cristo amarillo, 1889), su estancia en Tahití le sirvió para recrear un mundo de primitiva placidez donde la desnudez era contemplada con naturalidad, como se percibe en I Raro te Oviri (1891), La pérdida de la inocencia (1891), La Eva tahitiana (1892), Dos tahitianas en la playa (1892), Mujer en el mar (1892), Manao tupapau (1892), La Luna y la Tierra (1893), Otahí o la soledad (1893), Día delicioso (1896), La mujer de los mangos (1896), ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? (1897), Vairumati (1897), Nevermore (1897), Y el oro de sus cuerpos (1901), etc.