Posteriormente, su idea de una anatomía rotunda y vibrante, pero cargada de intensidad emocional, se plasmó en su Adán de la Capilla Sixtina (1508-1512), que recuerda al Dioniso del frontón del Partenón, pero con una carga vital muy alejada de la armoniosa escultura fidiana. De igual manera, las figuras de los atletas (llamados por lo general simplemente ignudi, «desnudos») en el techo de la Sixtina tienen el equilibrio de la energía atlética junto a la trascendencia de su misión sagrada -representan las almas de los profetas bíblicos-, ejerciendo de forma armoniosa su papel mediador entre el mundo físico y el espiritual, equipacion suiza por lo que su belleza física es reflejo de la perfección divina.