El torneo cambió de formato, volviendo a un anfitrión único donde Argentina fue elegida local. El martes 2 de julio, la selección enfrentó al anfitrión Brasil en la primera llave de semifinales de la competición, en lo que fue un encuentro muy anticipado tanto por la prensa deportiva como por la hinchada de ambos países. En 1950 no acudió por discrepancias con la delegación brasileña, que además organizaba el Mundial.